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CRÓNICAS DE LA TORRECILLA O EL TORRECILLA

Sin ninguna clase de duda, mi montaña favorita, mi confidente, la que siempre está ahí, la que nunca falla. Mi primera ascensión a la Torrecilla tuvo lugar en la primavera de 1979. Desde entonces la he visitado en numerosas ocasiones, en diferentes estaciones y con diversas climatologías. La más de las veces la ataqué desde Quejigales y el puerto del Saucillo, pero también me he aventurado desde otras localizaciones, como desde Puerto Corona por la loma del Pino, por los Oreganeros, a través de la Colaílla del Tejo y desde la cara oeste por los Gorrinos, la cañada de Pilones o el abismal Paso del Cristiano. Algunas de las ascensiones me traen muy grato recuerdo, caso de la que realicé en 1991 comenzando en el casco urbano de Tolox. Fue una ofrenda en acción de gracias tras superar una fuerte neumonía. En otra ocasión, más concretamente en febrero de 2002, hallamos la ladera norte del Torrecilla con más de un metro de nieve acumulada. Ese resplandeciente día componíamos la expedición Francisco Gil de Montes y mi hermano Manuel que, a la postre, fue el único que consiguió hacer cumbre… las ganas del novato. Su primera vez.

En 2004 presentamos en su cima el libro: Sierra de las Nieves. Guía del excursionista, de editorial La Serranía. Allí estábamos Andrés Rodríguez y un servidor (los autores), junto a montañeros venidos de diversas localidades andaluzas y un buen número de amigos de la asociación senderista Pasos Largos, entre ellos Carlos Guerrero y Francisco Gil de Montes Francis, quienes nos sorprendieron disfrazados de tiroleses. De todo lo acontecido dieron fe los animosos periodistas de Espacio Protegido, programa de temática medioambiental de Canal Sur Televisión. La subida del 15 de abril de 2007 sí que me hizo ilusión. Sin duda, fue una jornada especial y muy emocionante, pues cumplí un sueño largamente anhelado: hacer cumbre con Patro y Rafa. Fíjate, que antes de conocer a ella y de que naciera él, ya sabía que algún día viviría ese momento. La que me dibuja una sonrisa fue la ascensión invernal y nocturna llevada el 30 de diciembre de 2007. Esa gélida noche subí en compañía de Francisco Gil, Ana Mari Jurado, Gabriel Tejero, José Antonio Montenegro, Juan Antonio Mena, Salvador Moreno, Nieves Lobato, Carlos Tapia, Rafa Ríos, Severo Gallardo y Fernando Ruiz, actual presidente de nuestro club, Pasos Largos. Nos costó trabajo y esfuerzo llegar a la cima, ya que la pina falda de la Torrecilla presentaba placas de hielo. Finalmente, hicimos cumbre. Guarecidos en el vivac natural, brindamos con champán en unos tubitos de ensayo que trajo bien pertrechados el amigo Severo. Casi amaneciendo, tal como tenían previsto, nos llamaron en directo de Radio Nacional de España. El programa estaba dedicado a las personas que trabajan o están ocupadas durante la noche. ¡Ay, por Dios!, ellos nos oían, pero nosotros a los de la radio, no. ¡La sarta de tonterías que dijimos, madre mía! Los días posteriores, el pitorreo entre familiares, amigos y los que no lo son, fue de campeonato.

Amaneceres en la Torrecilla, ni me preguntes. Uno de los más significativos tuvo ocasión al amparo del programa Es tu Medio, Es tu Ambiente, dirigido por las delegaciones de Medio Ambiente y Juventud del Ayuntamiento de Ronda. Esa jornada, como concejal de Medio Ambiente, acompañé al grupo. En aquella alborada tan emotiva, se conocieron bajo el influjo de los primeros rayos del sol y al calorcito de una reconfortante taza de café: Salva y Rocío. Unos años después, tuve la dicha de casarlos en un castillo templario.

Creo que no lo dije, el Torrecilla, la Torrecilla o Torrecilla a secas, según donde preguntes, se alza hasta los 1919 m de altitud, en el corazón del Parque Nacional Sierra de las Nieves, municipio de Tolox. Es la cumbre más elevada de la Serranía de Ronda y el techo del occidente andaluz, frase acuñada por el afamado y tristemente desaparecido montañero jerezano Manuel Gil Monreal, autor de títulos tan sugestivos como Andar por las sierras andaluzas, de la mítica y desaparecida editorial de libros de montaña Penthalon. Hasta fechas recientes, existieron serias dudas sobre cuál era la cima más elevada de la provincia de Málaga: el Torrecilla o La Maroma (2066 m), esta última ubicada en Sierra Tejeda, en la linde de las provincias de Málaga y Granada. En el libro Los Techos de España, de editorial Desnivel, ante tal disyuntiva y por si acaso, aludían a las dos cumbres. En las últimas ediciones ya figura, sin ninguna clase de vacilación, La Maroma con tal honor. Este tipo de disputas son algo banales, pues la montaña no entiende de límites administrativos o provinciales; está donde está y punto. Hoy día, en todos los foros se da por aceptada a La Maroma como techo de Málaga. Es el caso del Instituto Geográfico Nacional que la sitúa en el malagueño municipio de Canillas de Aceituno. Igualmente, otra elevación muy cercana llamada Maroma Oriental, superior en un metro a la que contiene el poste geodésico, se halla de la misma manera en territorio malagueño, concretamente en el término municipal de Sedella, un pequeño pueblo de La Axarquía.

El fallecido científico y ex alcalde de Ronda don Julián de Zulueta, quien, por cierto, fue el primer presidente de la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de las Nieves, planteaba una duda razonable sobre el término Torrecilla. Según Zulueta, pudo haber un error de transcripción, situando este topónimo en el cerro de las Plazoletas, como también se cita a la Torrecilla en algunos mapas antiguos. Para Zulueta, el actual peñón de Enamorados, por su fisonomía, debió ser la Torrecilla. Actualmente, por Plazoletas se conoce a una planicie cárstica extendida al sur de la cumbre, en la cota 1870 m.

Gracias al jugoso relato de Clemente González sobre la ascensión que llevó a cabo en solitario en abril de 1976, recogida en su libro Crónicas Montañeras, cuyo prólogo es del gran aventurero Cesar Pérez de Tudela, sabemos que en noviembre de 1974 componentes del GAMP (Grupo Alpino Malagueño Pinsapo) instalaron el primer buzón en la cima de esta singular montaña. En la narración habla del desaparecido poste geodésico y de una cruz metálica, hoy día inexistente. A finales del siglo pasado, miembros de la asociación senderista Pasos Largos colocamos un buzón nuevo, aunque posteriormente, tras los desperfectos sufridos por la hostil climatología que azota la cumbre, lo sustituimos por uno de tipo tubo. En adelante, aparecieron otros y la dirección del Parque, con buen criterio, decidió quitarlos todos e instaló uno oficial en el hueco del majano donde también se fijó una losa con el nombre y altura de la cumbre.

La subida a la Torrecilla por su cara norte es cómoda y, en condiciones normales, relativamente fácil. Solo las fachadas este y oeste pueden plantear dificultades, por otro lado, solventables para montañeros experimentados. La cosa cambia con nieve, hielo o niebla, pudiendo crear serias complicaciones a quien no tenga suficientes conocimientos o no vaya bien equipado. La primera ascensión documentada, al menos que yo sepa, la realizó Simón de Rojas Clemente y Rubio el 7 de septiembre de 1809. Este botánico valenciano, apodado el Sabio Moro, supo encuadrar al pinsapo en el genero «Abies». Igualmente, suponemos que el padre de la flora andaluza, Edmond Boissier, descubridor del pinsapo como nueva especie y autor de una tabla sinóptica de las máximas alturas de las montañas del reino de Granada, hiciese lo propio durante el viaje que le llevó por nuestras tierras en 1837. En abril de 1845, el ilustre botánico austriaco Moritz Willkomm también pisó la cima en una ascensión en solitario. Por cierto, Willkomm se refiere a la Torrecilla como cerro de las Plazoletas, lo que insufla credibilidad a la hipótesis de Zulueta. De entre mis paisanos, tenemos constancia de que Fernando de los Ríos, ministro de Justicia en la Segunda República, holló la cumbre en mayo de 1917 junto a su amigo Pablo de Azcárate.

En un artículo sobre la Serranía de Ronda, publicado en la revista Peñalara (órgano de expresión de la Real Sociedad Española de Alpinismo), el firmante, J. Díaz Duque, además de requerir la declaración de la Sierra de Tolox como Parque Nacional, describe las peripecias del ascenso a la Torrecilla desde que partieron del cortijo de Rajete en compañía del teniente Zarazua, del Batallón de Cazadores de Montaña de Ronda; de los hermanos Buendía, propietarios del cortijo de Rajete; del guarda del pinsapar, Francisco Molina, y de Lorenzo Ortiz. No obstante, hemos de suponer que, en tiempos pasados, tanto pastores como otras gentes de la sierra, subirían asiduamente para controlar el ganado. Por cierto, anda que no se nota la merma de la cabaña ganadera y el dichoso cambio climático. Cada vez nieva menos y con menor intensidad; por ello, las laderas del Torrecilla, a falta de incisivos de cabras y ovejas, se pueblan de nuevos pinsapos ávidos de frescor, en compañía de extensas manchas de sabinas y enebros, disputándole la supremacía a los vetustos quejigos de montaña.

Las panorámicas desde la Torrecilla son únicas. Desde pocos lugares podrás contemplar dos continentes: África y Europa, dos mares: el Atlántico y el Mediterráneo, y la principal cordillera peninsular: Sierra Nevada. Los días claros se atisban tierras de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada. A sus pies se esparcen El Burgo, Yunquera, Tolox, Alozaina, Casarabonela y otras localidades de la Mancomunidad de Municipios Sierra de las Nieves, los minúsculos pueblos del Valle de Genal, los alegres campos de cultivos del Valle del Guadalhorce, el cordón litoral, las dehesas rondeñas, las altivas cumbres de la Serranía gaditana, la luminosa bahía de Málaga, la bulliciosa Costa del Sol, el fragor de los alcornocales del Campo de Gibraltar y otros enclaves hasta completar una lista casi sinfín.

Antes de acabar este relato quiero citar a Luis Gilpérez Fraile, autor en 1989 del libro Andar por la Sierra de las Nieves (Serranía de Ronda), de la desaparecida editorial Penthalón. Esta publicación, de incalculable valor por ser la primera que describe rutas de senderismo en este espacio natural y por su exquisita literatura, me la regaló mi madre el día que cumplí 21 años. Siempre que paseaba delante del escaparate de la librería X-46, los ojos se me iban a ese libro prohibitivo para mí, ya que costaba 1.166 pesetas. En cuanto lo tuve en mis manos, fue fiel compañero en numerosas incursiones por este espacio al que profeso una verdadera pasión. A Luis le conocí en persona años después en su librería de Sevilla, cuando le llevé la guía para que me la firmara. En 2011 tuve la dicha de que me prologara el libro Las 25 mejores rutas por los espacios naturales protegidos de la provincia de Sevilla.

20 comentarios

One thought on “CRÓNICAS DE LA TORRECILLA O EL TORRECILLA

  1. Además la galería de fotografías realizadas en la zona, son de una extraordinaria belleza, son únicas, son de Primer Premio. Gracias por compartir experiencias vividas en las diferentes excursiones que realizas y las fotografías que las acompañan.

  2. Muy bonitos relatos como tu bien sabes hacerlo, y todo lo contado de la Sierra de las Nieves, es poco, pues como tú dices, es tu segunda casa, en esto, coincido contigo, un saludo y sigue así, que todos te lo agradeceremos.

      1. Tu crónica impecable amigo Rafa me a cautivado como Narrador y conocedor de la Montaña y concretamente de la Sierra de las Nieves.Las fotos únicas einigualables todas hechas con pasión y amor a esta maravillosa Sierra del Parque
        Gracias y mi Enhorabuena por tan maravillosa crónica.

  3. Excelente y didáctica crónica de unas vivencias dignas de compartir. Gracias y mí más sincera felicitación.

  4. Amas la Sierra de las Nieves y eso se nota en todo lo que escribes. Tú pasión nos contagia a todos los que te rodean.

  5. Preciosa narración. Clara y amena , Me ha encantado para sin lugar a dudas el Torrecilla es el icono montañero de nuestra provincia a pesar de no ser el mas alto.Enhorabuena lo has bordado

  6. Me encanta esta forma de narrar y más si es de nuestra sierra, así que, ni cienmil palabras más.
    Como curiosidad personal tengo que decir que hace unos años conseguí hacer subir a mi mujer y mis dos hijas y disfruté una barbaridad a pesar o gracias a la niebla. Un abrazo.

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