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EL PARAJE DE LA FUENFRÍA

El paraje de la Fuenfría, a caballo de los municipios de Parauta e Igualeja y articulado en tres áreas: Fuenfría Baja, Fuenfría Alta y Cerro del Robledal, es uno de los enclaves, en todos los sentidos, más interesantes del sector oeste del Parque Natural Sierra de las Nieves. Algo tendrá que ver el cabalgamiento de litologías en este peculiar rincón serrano, donde afloran mármoles, dolomías y peridotitas. Dicha circunstancia dio pie a un interesante aprovechamiento minero que data al menos de 1782, cuando aquí se extrajo hierro para la Real Fábrica de Artillería de Jimena de la Frontera. El famoso geólogo malagueño Domingo de Orueta y Aguirre dio a conocer la existencia de un importante filón de magnetita en las proximidades del cerro de Robledal. El mineral fue explotado en galerías y cielo abierto entre los años 1870 y 1914. De aquella febril actividad restan las huellas de algunos edificios y los vestigios de las minas de la Olvidada, la Colosal, la Auxiliar y la del Cañuelo. Al frente de estas explotaciones estuvieron en sucesivos momentos las influyentes sagas familiares malagueñas de los Huelin y Larios.

En la parte inferior izquierda el llano de la Fuenfría Baja. A la derecha el cerro del Robledal con su pinar y por detrás cerro Abanto. Cierra el horizonte La Torrecilla (1.919 m)

En la Fuenfría Alta hallamos el abrevadero-descansadero de la vía pecuaria Vereda de Ronda a Marbella, igualmente conocida como Vereda de los Pescadores, ya que esta fue la ruta asidua de ganaderos trashumantes y arrieros que mercadeaban con productos de la sierra y pescados de la costa mediterránea. Sin duda, la presencia de las fuentes de la Gitana y la propia de la Fuenfría, sumada a las que porta el arroyo, propiciaron que esta zona algo espaciosa entre los cerros de la Mesa, Abanto, Cascajares y la Tala fuese propicia para el uso agropecuario. De la antigüedad del camino, no cabe duda; así lo refrendan varios episodios recogidos en los anales de la historia. Tras la conquista de Ronda en 1485, por aquí pasaron las tropas de los Reyes Católicos en dirección a Marbella, ciudad que fue ganada e incorporada a la Corona de Castilla en 1487. Años más tarde, en 1570, Don Luis Cristóbal Ponce de León, duque de Arcos, estableció aquí su real en el transcurso de la rebelión morisca de la Serranía de Ronda.

La finca de la Mentirola, emplazada en uno de los fértiles bancales de la Fuenfría Alta, será escenario de uno de los capítulos más sangrientos que aún se recuerdan por estas tierras. Francisco Flores Arrocha, un cabrero natural de Igualeja ansía, a toda costa, comprar estos terrenos pertenecientes a su suegro. Tras varios intentos infructuosos y después de que la vendiera a su primo Salvador Becerra, Flores jura venganza. Corría el mes de septiembre de 1931 cuando nuestro personaje asalta en un camino a su primo Salvador, quien iba acompañado de una de sus hijas, hiriendo al primero y matando, más bien por casualidad, a la segunda. Tras este suceso y a sabiendas de la amenaza de muerte, la Guardia Civil instala un retén en uno de los antiguos edificios de las minas del Robledal. Poco tiempo después; más concretamente el 7 de diciembre de 1932, aprovechando la ausencia de los guardias civiles que se han de desplazar a Benahavís para reprimir unas revueltas, Flores se dirige al cortijo y asesina a Salvador, a su mujer y a un hijo. Este hecho luctuoso tuvo gran repercusión en la prensa nacional. Flores, considerado como un neo bandolero por parte de la prensa sensacionalista de la época, fue abatido por la Guardia Civil el 31 de diciembre de 1932 en la Majadilla de la Encina, donde estaban las chozas de Canca, un paraje próximo a la Fuenfría. En el intercambio de tiros perecieron el guardia Teodoro López y el propio Flores Arrocha.

Vestigios de los edificios asociados a las minas de magnetita del Robledal

No son pocas las personas que se acercan a la Fuenfría para probar la rica y fresca agua que mana de su fuente, que de eso le viene el nombre. Para subsanar el problema de abastecimiento que sufría Ronda, el Estado concede a esta ciudad “aprovechar caudales de hasta 77 litros por segundo del manantial de Igualeja”, el cual, tras una importante obra, no llegó a funcionar, y “20 litros por segundo, del manantial de la Fuenfría”, según se recoge en el BOE número 125 del 26 de mayo de 1967. También se recoge en el Boletín: “se otorga esta concesión por un periodo de 99 años, dejando a salvo el derecho de propiedad y sin perjuicio de tercero, con la obligación de ejecutar las obras necesarias para conservar o sustituir las servidumbres existentes, y sin que el concesionario pueda dar a las aguas destino distinto de aquel para que se concede”. Hoy día, las aguas de la Fuenfría abastecen igualmente a la población de Parauta y, en menor medida, a Ronda. Aún perduran algunas infraestructuras de los antiguos sistemas de abastecimientos, como alcubillas, arquetas, canalizaciones, conductos y hasta un coqueto acueducto que salva una barranquera que fluye por la margen izquierda en el arroyo de la Fuenfría.

En agosto de 1991, el paraje de la Fuenfría regresó a los titulares por el accidente de un helicóptero en el pavoroso incendio que asoló unas 9.000 ha de la Serranía de Ronda. Si bien, en el suceso solo hubo heridos, quiso el azar que éste provocara un nuevo foco en la ladera de cerro Abanto. Las huellas de aquel siniestro son cada vez menos perceptibles y los pinares de resineros han recuperado el brío y verdor de estas montañas. Unos años más tarde, en diciembre de 1995, la famosa carrera: 101 km de la Legión, tuvo por escenario en su primera edición lo que hoy se conoce como Puerta Verde de Marbella, el recorrido conecta la capital de la Serranía con la cosmopolita ciudad de Marbella, pasando entre otros parajes el que hace honor a este humilde reportaje.

Desde los antiguos bancales contiguos a la fuente de la Fuenfría, a la sombra de unos enormes cedros atlánticos existe una desvencijada área recreativa de donde emprender un buen número de rutas de senderismo; por ejemplo, al cercano puerto del Robledal, en cuyo cerro subsisten un par de robles melojos. Las panorámicas desde este balcón natural nos asoman al feraz valle del Guadaiza, a la Costa del Sol, a Sierra Bermeja y a otros enclaves del Parque Nacional Sierra de las Nieves. A poca distancia hallamos igualmente el cerro de los Realejos, donde convive el pino resinero y algunos ejemplares de pinsapo. Otro lugar a visitar es el cerro Cascajares, de cuya cumbre se atisba la frondosidad del Valle del Genal y las ciudades de Estepona, La Línea de la Concepción y Tánger perfectamente alineadas. Las puestas de sol desde estos oteros son de las mejores que se pueden contemplar en la Serranía de Ronda.

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