Situada en el término municipal de Ronda, en la estribación más occidental del llamado Surco Intrabético, hallamos a 780 m. de altitud la marcada huella de la cuenca endorreica donde existió la laguna de Alberca, desecada a partir de 1892, cuando se ejecutaron obras de drenaje para favorecer la actividad agrícola. Cada ciertos años, cuando las lluvias son generosas, la lamina acuosa nos recuerda el esplendor de este humedal rodeado de una hermosa dehesa de encinas.
En el entorno, constituido por calcarenitas miocenas rodeadas de sierras de calizas del periodo jurásico, existen vestigios de otras lagunas como la de Espejo y del Juncal, igualmente drenadas por métodos artificiales. Constatamos la importancia de este humedal al encontrar referencias cartográficas en mapas de los años 1795, 1855 y el que podéis ver abajo, de 1782.
El paraje de la Fuenfría, a caballo de los municipios de Parauta e Igualeja y articulado en tres áreas: Fuenfría Baja, Fuenfría Alta y Cerro del Robledal, es uno de los enclaves, en todos los sentidos, más interesantes del sector oeste del Parque Natural Sierra de las Nieves. Algo tendrá que ver el cabalgamiento de litologías en este peculiar rincón serrano, donde afloran mármoles, dolomías y peridotitas. Dicha circunstancia dio pie a un interesante aprovechamiento minero que data al menos de 1782, cuando aquí se extrajo hierro para la Real Fábrica de Artillería de Jimena de la Frontera. El famoso geólogo malagueño Domingo de Orueta y Aguirre dio a conocer la existencia de un importante filón de magnetita en las proximidades del cerro de Robledal. El mineral fue explotado en galerías y cielo abierto entre los años 1870 y 1914. De aquella febril actividad restan las huellas de algunos edificios y los vestigios de las minas de la Olvidada, la Colosal, la Auxiliar y la del Cañuelo. Al frente de estas explotaciones estuvieron en sucesivos momentos las influyentes sagas familiares malagueñas de los Huelin y Larios.
En la parte inferior izquierda el llano de la Fuenfría Baja. A la derecha el cerro del Robledal con su pinar y por detrás cerro Abanto. Cierra el horizonte La Torrecilla (1.919 m)
La Saca de la Corchas es una de las tareas forestales más ancestrales y arraigadas del monte mediterráneo. Se efectúa durante la época estival, entre los meses de junio y julio, aunque puede variar según los condicionantes climáticos. El territorio que ocupa el alcornocal se divide en nueve partes, a cada una de esas divisiones se le llama «pela». Nueve son los años que necesita el “chaparro”, como es conocido el alcornoque (Quercus suber), en crear la nueva corcha. De esa manera se asegura la extracción de corcho todos los años. Arrieros, rajadores, recogedores y hacheros son los oficios especializados en las tareas propias de la saca, todo un ritual vigente desde tiempos pretéritos y que en poco o nada ha modificado su modus operandi.
Pasear por los pinsapares rondeños bien entrada la primavera, es una actividad sumamente agradable y placentera. Entre los roquedales, prados y áreas boscosas hallaremos un buen número de plantas en flor, con diferentes colores y texturas, toda una gozada para la vista. Descubrir cada planta es una tarea didáctica y divertida
En fechas navideñas es costumbre extendida obsequiar a los amigos o clientes con los tradicionales almanaques, donde mes a mes y acompañados de fotos o dibujos acordes a la estación del año, iremos deshojando el calendario que nos conduce de manera irremediable al inicio del fin, y así siempre. De todos los modelos, suelen sorprendernos los que contienen imágenes de impresionantes parajes montañosos o de valles paradisíacos que más que reales parecen sacados de un cuento de hadas. Sin duda, paraísos y edenes como estos existen de verdad, pero la mayoría son lugares lejanos. Desgraciadamente, los andaluces, en general, y los serranos, en particular, no somos del todo conscientes de la gran diversidad y belleza de los paisajes que aúna nuestra tierra.
Llámala como prefieras: Alcojona, Alcojada (según el IGN) o cerro Alcor, pues hablamos de la misma montaña, fácilmente distinguible cuando observas, desde el carril de Quejigales, su cónico perfil cortejado en la ladera de umbría por el abigarrado y vistoso pinsapar de Parauta. En el piedemonte de la cara norte hallamos uno de los rincones más bellos del Parque Natural Sierra de las Nieves, la Nava de los Pinsapos, antaño conocida como Nava de la Asunción y Nava de San Luis. Hace ya muchos años hubo un intento de especulación urbanística que, por suerte, no se llevó a cabo. Actualmente, la finca tiene una clara vocación forestal y ganadera, sin olvidar la actividad cinegética centrada en el gamo y el muflón. Igualmente, cuenta con alojamiento rural y un centro de educación ambiental.
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